Por: Marielly Pino Suárez

Para los que no han viajado por carretera al corregimiento de Robles del municipio de Jamundí, Valle, el recorrido se asemeja a atravesar una alfombra gigante de pavimento, rodeada majestuosamente por diversos tipos de árboles, plantas y campos que parecen infinitos. Esta misma vista, pero en miniatura, lo que la hace más deleitante, es la que se puede apreciar en el vivero ‘Valle de la Salud’ ubicado en la Institución Educativa Presbítero Horacio Gómez Gallo, y liderado por mujeres afrocolombianas que se dedican al cultivo de plantas con usos de medicina ancestral.

Las manos de Yolanda Carabalí, Mirta Lucumí Viveros, Alba Ruth Cantoñí, María Caicedo Carabalí, y otras mujeres de Robles, junto a la Corporación Autónoma Regional del Valle del Cauca, CVC, contribuyeron a la construcción de este espacio en el que se puede caminar por una especie de alfombra con piedras pequeñas, rodeada por dos hileras de guadua llenas de diversos tipos de plantas como Damiana, Llantén, Ruda y Romero, especies que hoy conoceremos desde las voces de sus cultivadoras.

Damiana, un afrodisíaco natural

Yolanda Carabalí es una mujer de 57 años de edad que hace parte de las fundadoras del vivero ‘Valle de la Salud’ constituido en el año 2019, quien nos cuenta algunos de los usos ancestrales de la planta Damiana:

“Esta planta se usa en personas con problemas sexuales, es un ‘viagra’ natural, y es muy fácil de consumir, con sólo tres hojas podemos hacer infusiones que se pueden tomar durante el día, pero con cuidado de no comer la flor porque es venenosa. Además, esta planta también sirve para darle ánimo al cuerpo”.

Yolanda Carabalí

La visión de Yolanda con el ‘Valle de la Salud’ es lograr beneficiar a su comunidad, compartir el conocimiento que ha adquirido con las plantas y seguir disfrutando del aroma reconfortante del vivero.

Llantén, un regalo para relajarse

Mirta Lucumí Viveros es otra de las fundadoras del ‘Valle de la Salud’, quien nos comparte saberes ancestrales sobre la planta Llantén:

“El Llantén sirve para ponerse en la planta de los pies cuando hay mucho cansancio en los talones o tienes espolones, es muy buena para relajarse; inclusive cuando vas de viaje o a caminar, la puedes poner en la plantilla del zapato y al caminar con ella vas a sentir un descanso en los pies”.

Mirta Lucumí

A Mirta, con 42 años de edad, lo que más le gusta del vivero es su ambiente natural, dice que la esencia que transmiten las plantas es como un olor fragante que da paz y tranquilidad a sus vidas.

Ruda, un milagro que da vida

Alba Ruth Cantoñí, la consentida del vivero, como le suelen decir, es una adulta mayor de 73 años de edad, y hoy nos comparte los usos medicinales que podemos encontrar en la planta Ruda:

“Esta planta la utilizamos mucho en aguas aromáticas o en la mazamorra, se usa cuando una pareja tiene dificultades para quedar en embarazo, entonces se coge un huevo de patio y se pone a tibiar hasta que quede semi blando, paralelamente se pican las hojas de ruda en pedazos muy pequeños, que quede como un polvo, y cuando el huevo esté listo lo pelamos y en lugar de echarle sal, le echamos la ruda y así se lo comen”.

Alba Ruth Cantoñí

Para Alba, lo mejor del vivero es el aroma de las plantas, los saberes ancestrales y principalmente la compañía de las mujeres de Robles que la han acogido como en una familia.

Romero, un sazón curador

María Caicedo Carabalí es una mujer de 53 años de edad que disfruta el aprendizaje de siembra que ha adquirido gracias al vivero, quien nos comparte algunos de los beneficios que quizás muchos desconocen sobre el Romero:

“Esta planta sirve para el alzheimer y la anemia, para cuando las personas les da un derrame o trombosis, es muy buena para el cerebro y además es un gran sazonador para las comidas. Con esta y otras plantas nosotros nos podemos sanar de las enfermedades que vienen a nuestro cuerpo”.

Según María, el vivero les ha traído un gran beneficio como mujeres, ha unido a la comunidad y les ha permitido intercambiar ideas desde sus saberes ancestrales.

Es así como el sueño común de estas mujeres es poder transformar las plantas para contribuir a la salud y al bienestar de su comunidad, para ello requieren contar con energía eléctrica que les brinde el servicio de iluminación y la capacidad para operar equipos de extracción de aceites esenciales. Este es precisamente el sueño al que la UAO está contribuyendo con el proyecto: ‘Vivero con energía solar para iluminar las vidas y saberes ancestrales de las mujeres de Robles’, liderado por Renata Moreno y Ricardo Moreno, docentes de la facultad de Comunicación y Ciencias Sociales y de la facultad de Ingeniería, respectivamente.